En el caso de la tala ilegal de los bosques y de áreas verdes, y a pesar de estar tipificado como un delito ambiental, en México estamos perdiendo más de 280 millones de árboles al año, lo que además de traer severas afectaciones a la salud y a la calidad de vida de la población, es causa de desastres hidrometeorológicos que –cuando hay crecientes de los ríos o inundaciones- acaban con el patrimonio y con la vida de cientos de familias en todo el país. Es vergonzoso enterarse de que los tala-montes en prácticamente todas las regiones forestales del país, cuentan con mejores equipos de trabajo, comunicación y transporte, del que pueden tener las autoridades encargadas de salvaguardar los recursos naturales.
Por éstas y muchas otras razones que no puedo abordar por la brevedad del tiempo, me parece que es necesario que el reclamo ciudadano a las autoridades públicas por la galopante inseguridad que vivimos en el país, incluya también, entre otros, al tema de la protección del medio ambiente y la preservación de los recursos naturales.
La devastación de la flora y la fauna, la acelerada pérdida de la biodiversidad en el territorio nacional, la contaminación de los ríos, lagos y mares, entre otros muchos problemas, son también síntoma de la ineficiencia institucional, de la impunidad y de la inseguridad que nos está ahogando y que –indiscutiblemente- pone en jaque a nuestra democracia.
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