lunes, 20 de junio de 2011

La explotación del suelo se ha llevado a cabo principalmente por la agricultura y la minería, sin olvidar el apartado urbano.

Agricultura
La zona de tierra libre de hielo ocupa un total de 13.000 millones de hectáreas; de éstas, el 11% están cultivadas, y el resto corresponde a pastos y bosques. De un total de 3.200 millones de hectáreas de tierra cultivable, se cultivan actualmente unos 1.475 millones. Los países en desarrollo tienden a aumentar esta cifra, aunque la lamentable situación de los suelos lo frena un poco.
La continua tala de árboles está provocando una desertificación del suelo, haciendo que se seque y favoreciendo la erosión.
Desde hace pocos años la producción agrícola ha ido aumentando a mucha velocidad. Esto se debe a los fertilizantes y pesticidas, y en la mejora de maquinaria. También han proliferado los productos de ingeniería genética.
Sin embargo, los beneficios de estas nuevas técnicas han traído serios problemas. Los fertilizantes y pesticidas han agotado los suelos, sin nutrientes.
La mecanización ha producido la compactación de suelos, disminuyendo porosidad y acortando crecimiento de raíces.
Muchas variedades agrícolas necesitan mucha agua, por lo que se reduce la reserva hídrica. La salinización, que se produce al acumularse sales provenientes del agua de regadío y fertilizantes, se convierte en un problema grave, impidiendo que la vegetación sobreviva. La uniformidad de semillas reduce la biodiversidad y disminuye la adaptación.
Esta salinización empieza con el ascenso de sales por la capilarización del agua, después el agua se pierde por evapotranspiración, que a la vez empuja a las sales a la superficie, y al final ya se forma un costra salina.
En ámbito social, los más pobres y menos cualificados ya no pueden trabajar en el campo por la maquinización. La nueva agricultura intensiva tiene sobre todo una visión empresarial, sin importar los parámetros medioambientales

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